lunes, 20 de octubre de 2014

Save me please.

Pure Provocation

Después de pasarme una semana encerrada entre mis paredes, variando de tienda a casa y de casa a tienda por mi faringitis... zombie por los medicamentos... con tijeras en la mano... en fin.

Sólo quiero ahogarme de nuevo en éste fin de semana. En mi mal humor, en mi buen humor, en mi bipolarismo absoluto. En mi felicidad oculta en una bolsa de regalices.
Su casa como medicina. La tranquilidad neutral. Libertad total. Dormir la siesta infinita con la necesidad de un abrazo infinito. Nunca había querido que me rodeasen tan fuerte entre unos brazos, sentirme protegida de verdad por miedo a cerrar los ojos.
Oler a croisants. Despertarme y ver la merienda más increíble del mundo en una bandeja encima de la cama. Helado de Vainilla con regaliz, junto croisants a la plancha (de ahí el delicioso olor...) con otro normal, "por si", acompañado de un plato repleto de golosinas y dos kit-kats esperandome, Con zumo de naranja claro, pura enferma. No sé si me olvido algo, pero no me lo pude acabar todo...
Y volver a dormir. Dormir dormir dormir...  y cenar a no sé qué hora, a no sé qué temperatura, no sé qué delicioso sandwitch de jamón. Jamón jamón... y volver a dormir. Volver a necesitar los brazos alrededor de mis hombros. 
Ahora que lo pienso, es cierto que dormí muchas horas. Las necesitaba.
Voy cumpliendo el intentar salir los domingos a ver lugares nuevos cercanos. Con tal de no quedarme entre las mismas aceras y ver atardeceres distintos. Olores distintos. Colores distintos. No sin antes desayunar al nivel de mi merienda del día anterior. 
Comer en otra ciudad y otro paisaje, con eso los fines de semana ya valen la pena. 

Mi finde debería haber sido diferente, en un lugar mucho más lejano, y con temperaturas más bajas, pero mi estupidez no ha querido que fuera así, Otra vez será, ahora echo de menos a mi pareja de viajes. Aunque HOY agradezco haber dicho que no. 

Menuda bofetada. Ya me tocaba supongo. Pero la rojez se me pasará.

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