lunes, 30 de junio de 2014

The Grenade Boy

Mario Sorrenti
Existe una especie de sentimiento exclusivo de los artistas que las demás personas corrientes no son capaces de sentir. Existe la capacidad de enamoramiento a partir de lo que en mi caso sería una lente. En caso de pinturas pues a partir de un pincel, bastidor... lo que sea. 
Puedo enamorarme de las facciones de alguien, de sus costillas, de sus cicatrices, de sus ojos... pero sin sentir nada más por esa persona. Que quiera hacerle fotos no significa que quiera ligar con él/ella. Sólo me muero por capturar sus detalles. Ésta clase de amor no hace distinción de sexos.
Así pues, dicho esto y habiendo diferenciado.... deseo enamorarme cada semana, y no quedarme de brazos cruzado viendo como su alma se escapa de mi cámara poco a poco. 

Así es como conocí al Chico Granada. Me enamoré de él. De su magnífica mandíbula, esas marcas diagonales desde sus pómulos hasta el borde de su mandíbula... y menos mal que no le vi sonreír. De su pelo, obviamente negro y alborotado. ¿Cuál fue el problema? Que fue un chico de la noche... y la gente de la noche por experiencia es un poco extraña por decirlo de alguna forma. Además del radar que tengo para atraer a chicos así.
Sin quererlo ni beberlo ni pedirlo conseguí su teléfono. Ya estaba casi todo hecho. 
También tengo de decir que mis sentidos me advirtieron, su aura... mis vibraciones... algo había ahí que no era sano. Pero me arriesgo.
Cómo en una conversación de whatsapp desde las 21h hasta las 2:00 me sé toda su maldita vida? Yo sólo quería hacerle fotos! Nunca había escuchado historias tan extrañas, salido de una película de ficción. Y cómo no... al ser una persona tan racional, es obvio que no entiende ése sentimiento descrito al principio.
" ¿Qué ganas tú haciéndome fotos? " 
Una historia digna de contar la del Chico Granada... no me  había pasado algo tan extraño en mucho tiempo... está claro que no voy a describir aquí todas las "misticidades" y demás historias para no dormir que me contó, simplemente os lo tenéis que creer.
¿Por qué le llamo "Chico Granada"? Porque va a explotarme en la cara en cualquier momento. Lo sé. Pero es mi reto y lo voy a hacer.
No es la primera vez que he conseguido hacer esto, tengo pendientes otros casos espontáneos de la calle que esperan que mi trabajo se tranquilice y saque algo de tiempo para proyectos personales.


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