domingo, 3 de junio de 2012

Allí dentro

Una de nuestras noches

Si algún lugar se merece un homenaje son los asientos de atrás de un coche. Allí, en ese pequeño rectángulo de gomaespuma forrada, encontraron refugio una infinidad de amantes antes de que fuera posible disponer de un colchón. Allí dentro se encontraron jóvenes inexpertos repitiendo una  otra vez esas noches que no se pueden repetir. Allí se dijeron las palabras más bellas y se desbordaron las caricias de las manos. Allí dentro el amor fue fabricando el vaho de las ventanas y unos dedos torpes aprendieron a desabrochar un sostén en la oscuridad. Allí dentro se alejaban de las luces de la ciudad, fuera de las líneas trazadas por los edificios hacia esos lugares que no aparecen en los mapas de los callejeros, buscando un trozo de cielo. Allí dentro también encontramos refugio tú y yo y allí dentro comprendí que el paraíso consistía en un Ford Escort y unos hombros de mujer.
Marwan.
(La triste historia de tu cuerpo sobre el mío)


Mi pequeña dosis de esas canciones que me enamoran, que me dejan sin defensas, que hacen un camino directo a mi corazón y lo remueven, y una dosis aún más pequeñas de relatos y poesías. Es una simple noche, pero que me llena más que otras miles.

Ha pasado una semana desde nos despedimos en ese maldito aeropuerto, una semana desde que mis lágrimas decidieron desbordarse dejándome desnuda y sin un plan B para mis emociones. Pero ese plan lo descubrimos al poco tiempo, la necesidad nos hizo ser rápidos.
La sensación de no tener tu mano con la mía, de no tener tus brazos rodeando mis caderas, de tus pómulos rozando los mios, y no tener la humedad de tus besos en mi piel, de no sentir tu barba en mi cuello. Y despertarme cada mañana pensando: vuelve.
Me imaginaré mientras mil reencuentros con tus ojos, mil formas de abrazarte y devolverle a tus manos su lugar entre mi cuerpo. Cuando llegué el día, el momento, no sé si mi añoranza delicada vencerá a mi deseo animal.

Cuando pedí el billete para viajar en esta aventura contigo, tiré a la basura el de vuelta.

Ilusos los que se emocionan y hablan de más, creyendo que pueden superar tu mirada, tu risa, tu voz y tu presencia, y la realidad les hace callar dejando las esperanzas por los suelos.
Idiota yo por temblar, por creer que igual algo podría cambiar.

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