lunes, 30 de abril de 2012

Mon coeur


Gracie Hagen
Me mantuviste en la cima, bailando ballet en tus manos, jugando a cazar el aire en las yemas de tus dedos, mordiendo tus uñas. Enseñándome lo que era el hambre y alimentándome de tu aliento, de tus palabras llenas de optimismo. Dejaste tu esencia en el camino que va desde el amanecer hasta el anochecer, las noches fueron simplemente nuestro escondite donde nos ocultamos del reloj que corría para alcanzarnos y pillarnos infragantis desafiando las estaciones. La seguridad de estar ahi, la seguridad de verte sonreir, de verme sonreir, de llorar sí o sí. Me quitaste lo que me regalaste, de cuajo, cuando yo quise acerlo despacio y con cuidado, tú solamente encontraste la salida y corriste hacia ella. Sin mirar atrás, sin opciones, hasta el "nunca más".
Infanticidio de los sueños, la desesperada muerte de las frases que quedaron en el aire, que se precipitaron contra el suelo, quedaron rotas formando palabras de socorro, que jamás fueron escuchadas.
Se podría decir que jamás hubo un tal vez, que jamás pudo existir un quizá, que desde el principio no existió otra cosa que el final, y esa noche me parece hoy tan real.

La realidad no duele hasta que no se convierte en obviedades que te plantan, que te dicen, que te ponen tan solo de entrantes en la comida, pese a que tú hayas elegido exactamente lo mismo para ti.


Y ahora, cayendo bajo, en el fondo, veo todo lo que tengo a mi alrededor, es el culo del vaso de agua de he ido dejando de lado, y ahora se me planta el "qué".


No todos los días son fiesta, y no todas las fiestas son divertidas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario