jueves, 19 de abril de 2012

Red Mouth.

Ya sea sangre, pintalabios, mermelada, golosinas, tomate, pintauñas, servilleta, zumo, fruta, te comiste mi pasión, color rojo, y tu boca te desvela, porque inocente de ti se te olvidó limpiarte y quedó la huella en tu boca. La consecuencia fue que me dejaste sin ella.

Malditas casualidades que se quedan a mitad, que te dejan con el aroma en los labios, pero sin poder catar, que juega con el destino a introducirte lo que se avecina por la esquina anterior, pero por su maldito juego de "no es el momento" rompe todos los esquemas. Por segundos, solo segundos en los que una persona se gira y la otra cruza la calle hacen que ese día siga siendo el mismo, que dos miradas no se crucen, que los sentimientos no salgan de su baúl, que la ignorancia continue uniendo a dos desconocidos que irónicamente no lo fueron. Quizá hayas olido mi vainilla en todas las personas con las que he hablado que después se han sentado a tu lado, quizá me hayas visto reflejada en todas las demás retinas que se han quedado conmigo, porque la casualidad de cruzarme con todas las caras conocidas, no ha sido suficiente para que el destino decidiera que era el momento para que nos derrumbáramos.

Lo tardío es injusto para el tiempo que se empeña en ser puntual con los momentos. Lo tardío puede convertir la confianza del instante en ignorancia en el futuro.
El instante, el momento, el sentimiento de ese presente es lo único válido, es puro y expontáneo; pero nos da miedo ser realistas y sinceros, es más fácil decorarlo posteriormente.

Las bocas abiertas son burdas y explícitas, las cerradas son demasiado tímidas y frias, las entreabiertas siempre son las mejores, tan sugerentes, que ofrecen pero cautas.


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