martes, 28 de julio de 2015

A perfect (and short) life in Switzerland

Switzerland

Mis dos semanas en Suiza. 
Un sitio en el globo terráqueo en el que ni piensas, está ahí y punto. Yo lo llamaría como LA pausa. Como ése sitio feliz donde no existen los problemas, no existe el estrés, nada malo puede pasar allí. Creo que lo peor que puede pasar allí es que se te pase la hora de comer y cierren las cocinas. Me encanta Suiza, me encantan sus tres lenguas más el inglés como emergencia, me encanta esa felicidad desinteresada, ese nivel, esos paisajes. No me gustan algunas tonterías que tienen allí, pero detalles pequeños. Vive y deja vivir, en qué lugar del planeta se puede seguir esa ley? En Suiza. 

Mi vida es un caos, no sé de donde soy, no sé dónde estoy. Mi cuerpo no sabe qué alarma mandarme. Puedo pasarme un día entero con una sóla comida o volverme loca subiéndome por las paredes. Pensaba que iba a tener un verano de adolescente aburrida, de relax, de tranqui... y no he parado. Mi única pausa fueron mis dos perfectas semanas en Suiza, así pues con un número Suizo desintoxicada. 

Mis dos perfectas semanas en Suiza. Dos semanas da para mucho, los camareros ya te saludan al pasar por los barecitos, los músicos ambulantes ya te cantan con cariño, los recepcionistas del hotel te tratan como una más, Bonjooourrr!!! Au Revooooooir!!!! Pero te confías, dicen bueh, dos semanas, ya compraré esto, ya iré a tal sitio.. todavía queda tiempo. Hasta que no te das cuenta y estás cogiendo los vuelos de vuelta. Se acabaron las dos perfectas semanas en Suiza. 

Y ahora? Todavía me queda verano por delante, pero en breves comenzarán mis cajas, mi nueva vida. Que triste es despedirse de ese nidito de amor donde se construyó todo lo que hoy es realidad. Que vacío está ahora. Pero ahora empieza un nuevo comienzo, va a ser increíble. Nuevas tradiciones, nuevos mimos, nuevos enfados, nuevos descubrimientos culinarios, nuevos restaurantes, nuevos bailes. Bailes, es mi parte favorita, comenzar el día cantando y bailando con él, al ducharnos, al salir, al desayunar, al vestirnos, al salir de casa, al subirnos en el coche... No miento, es real. 
Nos toca pensar nuevos límites, si es que tuviéramos de eso. No, no existen, sólo es cuestión de paciencia y todo lo que nos propongamos se hará realidad, desde que empezó ésta historia así ha sido, realidad.

Nunca pensé que personas que me prometieron la luna, al final me dieran piedras, calabazas, ostias. Esos bohemios soñadores locos cuenta cuentos. A mi dame hechos. Y por fin me han dado hechos. Me voy, nos vamos, juntos, a vivir aventuras! 

Pues eso, mis dos perfectas semanas en Suiza.









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